Cosa más rica que este conjunto valenciano de verduras, marisco y arroz no han visto los siglos, ni lo verán, en ningún otro país del mundo, y el que me contradiga se arriesga a ser retado a un duelo gastronómico (a primera sangre, por supuesto). Los matices culinarios del invento no deben hacernos perder de vista el norte único y verdadero, esto es, la simple paella marinera con calamar, gambas, almejas y mejillones, sin pollo, y punteada con pocas verduras (guisantes y unas tiras de pimiento). La fritura inicial debe hacerse con medio tomate triturado..., y siempre con aceite de oliva. Las gambas, peladas. El caldo, el de las mismas gambas. Acompañamiento en la mesa con un chorro de limón opcional, un buen pan de leña y una simple y pura ensalada mixta. El vino, a gusto del consumidor. La felicidad tiene nombre, como ella.
1 comentario:
Ayyy, Dios, cómo podés describirlo tan bieeennn, Y yo con este hambre...
Y no es que no pueda contradecir, pero, para qué, ahora se me antoja comer paella, como ésa, como ésa...
Vino: yo me conformo con un Uxmal cabernet-malbec de Catena Zapata, y ni me importa si va o no va con los mariscos...
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