Veinte mil leguas de viaje submarino fue la primera novela en serio que leí , elegida con total libertad (no era lectura obligatoria en la escuela) y a sabiendas de lo que quería e iba a obtener de ella (¿once años tenía?). Recuerdo que el libro venía a palo seco, sin ilustraciones..., afortunadamente, porque ello me permitió imaginármelo todo a mi gusto. Había nacido un lector. Desde entonces, he vivido permanentemente fascinado por su burbuja, inmerso en su mundo colorista y aventurero, como si la realidad no fuera mas que esa triste y pacata superficie a la que debemos ascender para airear el "Nautilus". Y vuelta a sumergirnos. ¡Avante toda! ¡Sus órdenes, mi capitán! ¡A toda máquina!
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