miércoles, 16 de mayo de 2007

... me hubiera gustado ser Malte Laurids Brigge

Aunque sólo dentro de la novela de Rilke, claro está, que las elucubraciones de este tipo de personajes no creo que fueran un buen desayuno para mi natural sensible y quebrantado; en cuestión de padecimientos a veces los fantasmas de la infancia y las inquietudes del enfermo se digieren mejor asomado a la barrera de Ulsgaard que a la vitalidad real de esos seres literarios que miden su pesada muerte con apremio, terribles e imperiales como un exceso de soberbia.
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Tú haces mi soledad. Solo a tí puedo yo transformar.
Tan pronto eres tú, tan pronto es tu murmullo,
o es un perfume perfecto.
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(Por cierto, ¿no he dicho todavía que la traducción que de esta obra hizo Francisco Ayala para Alianza Editorial me parece sencillamente insuperable?)

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