
Y discrepar con él sobre todo lo divino, al tiempo que le daba la razón en lo humano. Yo un carajillo y él un cortado, por lo de la tensión. Me situaría a su izquierda, para poder oirle bien..., y porque a su derecha, deseosos de hacer méritos, imagino que siempre se colocaban Ortega y Marañón. Un poco más al fondo, claramente visibles gracias al juego de espejos, esperan su turno para sumarse a la tertulia Antonio Machado y su sombrero de piedra, un juvenil Cernuda y el nonato Francisco Umbral. El café no cierra hasta las 2 de la madrugada..., hay tiempo para casi todo.
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